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Palabras de la Vicepresidente y Canciller, Marta Lucía Ramírez, en la cumbre mundial sobre la diáspora, organizada por la Organización Internacional para las Migraciones

Dublín, Irlanda, 04 de abril de 2022

Saludo especialmente a su Excelencia Colm Brophy, Ministro de Ayuda para el Desarrollo en el Exterior y la Diáspora de Irlanda; al Honorable señor Antonio Vitorino, Director General de la Organización Internacional para las Migraciones; a los distinguidos Ministros y Embajadores.

 

Señores y señoras,

En nombre del Presidente Iván Duque y el pueblo colombiano, es un honor participar en esta Cumbre Mundial de la Diáspora organizada por el Gobierno de Irlanda y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que tiene como propósito hacer un balance de los logros frente al cumplimiento del Objetivo 19: Crear condiciones para que los migrantes y las diásporas contribuyan plenamente al desarrollo sostenible en todos los países.

Nuestra reunión ocurre en un contexto crítico de incremento de los flujos migratorios a nivel mundial y nos obliga a evaluar la eficiencia del sistema multilateral y las capacidades regionales frente a las migraciones, como un paso fundamental para abordar un fenómeno que seguramente seguirá creciendo.

En América Latina el pueblo venezolano vive una tragedia humanitaria por cuenta de la violación de derechos humanos, la ausencia de ingresos y una dictadura que marchitó la democracia. Estas son las principales fuentes de diáspora y migración en el mundo, que ahora se agravan con la invasión de Rusia a Ucrania.

La situación en Venezuela nos demuestra la incapacidad colectiva para prever situaciones tan críticas, que hoy con su caso, sumado a la terrible crisis de Siria y Ucrania, que antes de finalizar este verano afectarán a más de 15 millones de seres humanos que necesitan respuestas mucho más efectivas. A estos se suma el caso de Nicaragua, donde es previsible que pueda haber un aumento en el flujo migratorio, debido al afianzamiento de la dictadura en el país durante las últimas 6 semanas.

Para crear condiciones para que los migrantes contribuyan plenamente al desarrollo sostenible en todos los países, debemos ser novedosos y ambiciosos en la forma en que abordamos la migración: la respuesta humanitaria debe limitarse a un corto plazo y ser rápidamente reemplazada por esquemas de incorporación, a través de oportunidades de trabajo y emprendimiento para los migrantes, que les permitan tener condiciones adecuadas de vida para ellos y sus hijos y aportar al desarrollo económico de los países que los han acogido. Esta incorporación es fundamental, especialmente para los menores de edad, que constituyen el 42 % de los migrantes del mundo, a quienes debemos oportunidades ciertas que vayan más allá de lo puramente asistencial a sus padres. Debe haber mayor capacidad de incorporarlos a la educación técnica, vocacional y superior. De este modo, se logrará una condición doble de empoderar económicamente a los migrantes y convertir a la diáspora en un activo valioso para el desarrollo de los países, generando inversión extranjera, redes transnacionales de conocimiento y catalizadores del desarrollo.

Para llegar a ese punto no podemos normalizar el fenómeno de la migración, con la escala y por las causas que la estamos viendo actualmente. Debemos adoptar un marco común de mínimos de atención e integración a los migrantes que parta de dos principios complementarios, como hemos insistido en Colombia. Por una parte, el principio de corresponsabilidad, según el cual ningún país debería excusarse de ofrecer alternativas de democracia, protección y oportunidades a un determinado número de migrantes. Por la otra, obrando en aplicación del principio de humanidad, entendiendo que se trata de seres humanos, despiojados de la estabilidad de su hogar, familias divididas, condiciones precarias y falta de esperanza a futuro.

Para ello, Colombia aspira a que la discusión incluya la determinación de cuál es el costo de atención adecuada por migrante: Se trata de un asunto crítico si tenemos en cuenta que, según ACNUR, el 85% de los refugiados del mundo se encuentran hoy en países en desarrollo. Debemos aspirar a que cada migrante cuente con un recurso per cápita de cooperación, el cual sea relativamente equivalente para todos los países receptores y les permita brindar condiciones equivalentes a todos los migrantes. Me acompaña en la delegación el doctor Juan Francisco Espinosa, Director de Migración Colombia, quien podrá compartir con ustedes nuestra experiencia al respecto. Dado que todos los seres del mundo tienen necesidad de alimentación, educación, salud y un techo, no existe motivo que justifique que los recursos destinados actualmente para los migrantes de Venezuela sean menores a un tercio de aquellos destinados para los migrantes de Siria.

Adicionalmente, requerimos que este foro compare las distintas experiencias y marcos jurídicos que han expedido diferentes Estados, tomando los mejores elementos de cada uno y con ello, estandarizar un modelo de Estatuto de Protección Temporal que pueda ser aplicado en países de distintas regiones del mundo, para lograr una respuesta mucho más solidaria, que tenga el impacto necesario para que estas personas puedan estabilizarse y normalizar sus condiciones de vida.

Este Estatuto Temporal debe contar con una visión y medidas puntuales de enfoque de género para las mujeres migrantes. Es un tema que muchas autoridades nacionales pierden de vista, olvidando que el 52% de los migrantes son mujeres y en muchas ocasiones, ellas actúan como pilares de la unidad y el sostenimiento de las familias. Como tal, la incorporación de las mujeres migrantes requiere una visión de empoderamiento económico, como alternativa a la recuperación de su ciclo de vida y la protección de todas las formas de violencias.

Para ello, Colombia pone a disposición su conocimiento y su recorrido. Al igual que Turquía, nuestros países se han convertido en muy poco tiempo en los principales receptores de migrantes de dos países fronterizos: Venezuela y Siria. La combinación de estas experiencias, así como las de los países aquí presentes, puede formular un modelo de aplicación mundial. Colombia A modo de ejemplo, Colombia puede compartir su experiencia en el diseño de un modelo pensado en el largo plazo, que sustituye la ayuda humanitaria por la integración y, como característica única en el mundo, obtener un permiso de residencia permanente o acceso a la ciudadanía después de 10 años.

En el mismo sentido, estamos interesados en aprender de Turquía esquemas que el estudiante de maestría, el señor Kevin Augusto Ramírez, ha analizado con conclusiones muy interesantes, como el Kizilay Kart, que permite esquemas de financiación de emprendimiento que además aseguran que los recursos de cooperación lleguen directamente a los migrantes para impulsar su capacidad de generar ingresos estables, escalables y sostenibles en el tiempo. Casos como este resultan clave hoy, cuando el mundo se encuentra en un momento donde todos los países deben recuperarse de una pandemia que no ha concluido y por ello, no hay recursos sobrantes, en ningún lugar del mundo, para ayuda a migrantes. Ello implica también reducir al mínimo los distintos eslabones de agencias, ONGs y tantos intermediarios en los recursos destinados a atender a la población migrantes.

Por último, no podemos olvidar los colombianos en el exterior, que, con 5 millones de personas es equivalente a casi el doble de la población de Medellín, nuestra segunda ciudad más grande. Por eso, bajo la Misión de Internacionalización nuestro país decidió apostarle a la creación de una red internacional de negocios, ciencia y tecnología de colombianos impactantes, que puedan a interactuar, asesorar y ayudar a conectar a las empresas y otros actores locales con los recursos disponibles entre la diáspora y sus socios extranjeros. La diáspora colombiana, al igual que la de muchos países aquí presentes, posee una gran riqueza de capital humano y social que puede movilizarse en el proceso de internacionalización de la economía colombiana.

 

Señoras y señores:

Sabemos que nuestro encuentro en mayo en las Naciones Unidas traerá grandes retos y avances. Esperamos que esta sesión sea de utilidad para acercar posiciones, compartir preocupaciones y especialmente, encontrar soluciones y modelos de atención comunes por el bien de nuestro mundo. Debemos continuar trabajando para que todos los actores del sistema internacional se comprometan a desplegar sus más grandes acciones a favor de las personas más vulnerables, basado en el principio de la responsabilidad compartida y con el fin de no dejar a nadie atrás.